En ruinas

En ruinas

martes, 18 de junio de 2019

Visita al inframundo: Despertar

Hoy he despertado entre pesadillas. La oscuridad yacía en mis costillas y los sueños rotos armonizaban con el espejo que tenía enfrente.
Los días pasaban ajenos a la melancolía del lugar, mientras que mis pensamientos volaban ya a varios metros de altura. Al menos, ellos podían escapar.

Me levanto temerosa de mis pasos, pues no tienen la suficiente fuerza para llevarme donde yo quiero ir. Y es que el techo de cristal es la señal de que es mi lugar, mi destino. Y aunque mis dedos entonan otra melodía, aún sigo bailando el Vals de la Muerte.


Resuenan tantos ecos en mi cabeza, que no puedo escuchar los gritos de mi interior. Siento cómo las almas atrapadas me incitan a vivir con ellas, a sonreirles aunque esté muerta por dentro.

¿Y qué es la muerte sino un estado temporal? Indefinido, lejano al cosmos. Cálida y fría a la vez. Meditabunda, bella, acogedora.
Es compasiva pero a la vez fuerte, es soñadora y responsable; ella es la calma tras el inmenso mar de dudas.
Es la respuesta y a la vez la pregunta.
Y tras caer en su abismo, ya nunca vuelves a ser la misma persona.

Porque todo había cambiado.

Yo había cambiado.
Debía alejarme de ese reflejo, debía irme de allí. La humedad de mis lágrimas se impregnaba en mis huesos y ni siquiera las llamas del lugar podían calmarla.
El infierno es un lugar inquebrantable, un lugar sombrío. Y, a su vez, el lugar más bello del mundo.
¿Quién soy yo para luchar contra aquello que me retiene?
¿Acaso sigo dormitando entre los mundos o este es mi final?

Corriendo me alejo de aquella oscuridad y, al llegar a final del camino de ladrillos rojos, me doy cuenta de que aún hay esperanza. Esta vez no me pesa la espalda, esta vez noto las alas.

Ya no hay miedo.
Ya no hay confusión.
Y aunque hayan marcas en mi pecho ya han cicatrizado mis heridas.