En ruinas

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domingo, 13 de octubre de 2013

Él y ella, oscuridad (chapter 5)


Ella sabía que aquel recuerdo aún le producía dolor en el corazón. Ella sabía que jamás podría olvidar aquellas lágrimas derramadas.
En cuanto observó que la sangre no emanaba de su cuerpo, sintió que todo el mundo recaía sobre ella. Pero le amaba. Le amaba con todas sus fuerzas. Aceptó seguir con él. Aceptó seguir con aquella bestia, con aquella alma demoníaca. Lo aceptó.
Aún recodaba aquellas noches de lujuria durante los primeros años. En invierno todo era amor, pasión…y en cuanto acababa él no mostraba ningún sentimiento. Ella lo entendía, pero jamás lo llegó a comprender del todo. En aquel momento comenzó a crecer su angustia, su inseguridad…hasta que explotó.
Por eso ella estaba ahí ahora. Por eso ella vendió su alma a Lucifer. Quizá podía pedirle lo mismo que le pidió él en su momento. Pero había un fallo en esta operación, y es que ella todavía seguía viva. ¿Qué iba a hacer? Ni ella misma tenía la más remota idea.
Anduvo durante minutos, que le parecieron horas, hasta llegar hasta aquello que tanto había ansiado durante años: el trono de Lucifer.
Sonó una voz tan profunda y tan oscura que ni ella misma podría haberla descrito. Era la voz del mal, la voz de las pesadillas.
-Alma. Un alma. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué me has invocado? ¿Acaso estás muerta, o viva? Responde.
-Yo...yo....yo…sigo estando viva.
-Viva… tu corazón sigue latiendo. Pronto dejará de hacerlo. Has decidido vender tu alma. Lo has decidido. Ya no hay vuelta atrás. ¿Deseas alguna condición?
-Deseo una condición.
-Exponla, pues.
Ella mordió su labio inferior. Y entonces recordó.
Hacía tiempo que no sonreía, pero en ese momento lo hizo. Aquel día, antes de que surgiese la tragedia, ella mordió su labio inferior. Ella le deseaba. Ella le seguía deseando. Ella le amaba. Ella tenía que salvarlo.
-Juguemos a un juego.
-¿A un juego has dicho?
-Justo. Tú quieres un alma. Yo he ofrecido mi alma en pena. Tengo tanto dolor dentro de ella que te deleitarías con ella como cual niño con su juguete nuevo.
-Ajá.
-Sin embargo, yo se que tú buscas algo que yo tengo.
-¿Qué yo busco algo tuyo?
-Sí. Pues bien, yo te propongo una cosa: yo te doy aquello que tanto has ansiado durante tu larga existencia, y a cambio me liberas a mí y a…
-¿Dos almas?
-Dos almas. Y liberas a mi amado.
-A tu amado… explícate un poco más, miserable humana.
Empezó a captar un poco de frialdad en su voz (más de la que ya existía en ella). Ella comenzó a ponerse nerviosa. ¿Y si no funcionaba?
-Aquel que vendió su alma por su vida. En invierno retornan sus sentimientos; durante el resto del año carece de ellos.
-Con que tú eres su pequeña enamorada. Tantos años de dolor… tu alma tiene un buen precio. ¿Qué cosa hay en este universo que desee más?
-¿Has oído hablar de… la Caja de los Secretos?
Y surgió el efecto que ella estaba esperando. Él se asombró ante tal declaración. Él comenzó a temblar. ¡Lucifer temblaba! Ella dejó escapar una maliciosa sonrisa.
-¿Qué pasa con esa caja?
Parecía que había recompuesto su compostura. La pequeña pero diabólica niña se ensombreció por un momento. Ella tamibén sabía de su existencia.
-Quizá esa caja esté bajo mi poder.
-Es una caja ancestral. Es una caja que ningún ser humano podría tener. Miserable. ¡Me intentas engañar!
-¿Y si yo no fuese una mortal?