En ruinas

En ruinas

viernes, 3 de mayo de 2019

Tierras del sueño: Aire

A veces, las palabras resuenan aún en los ecos de mi interior, como si de espíritus se tratasen. Su aliento frío permanece entre mis huesos vacíos, como si me contasen una historia pasada, una que ya fue. 
Echo de menos mirar el mundo con ojos enamorados, el aroma de la vida eterna y las promesas de un "para siempre". Parece que pasaron mil años, cuando solo ha sido un suspiro; el último que di. Aún tengo demasiados guardados en mi corazón, aquellos que no pude dar; que no pude darte. Los torbellinos se forman en mi cabeza, desatando tormentas en cada parte de mi cuerpo —o de lo que queda de él. 
Y estoy cansada.
Estoy cansada de ocultarme bajo la neblina de este lugar, de esconderme de la realidad que tengo ante mis ojos. Vivo esperando a que pase algo; a que pase. Vivo esperándote. 
El aire helado me corta la respiración y entumece mi huesos. No sé cómo salir de aquí, ni sé cómo avanzar. No sé seguir un camino que ha sido borrado del mundo, ni cómo volver a dibujarlo. 
Tan solo me limito a ver las almas pasar, almas que, como yo, siguen esperando. 
A que vuelvas.
A que vuelva.
A algo.


jueves, 2 de mayo de 2019

Tierras del sueño: Fuego

No me encuentro el pulso, desapareció junto a nuestros "te quieros" acompañados de risas de fondo y miradas que hablaban sin necesidad de palabras. 
Sigo dormitando entre los recuerdos, nadando entre las promesas y cayendo en picado por el abismo que fueron nuestros últimos días.
El llanto entrecortado de un esqueleto sin vida, un esqueleto que se funde entre la brisa de la noche y mira enternecedor al alba, esperando que vuelva a amanecer.

Ya no hay vida en los huesos, ya no hay calma en la muerte. Deambulando por el limbo esperando que me lleven al infierno.
Por ello sigo siendo fuego, y ardo entre las cenizas de aquello que fue y ahora ha desaparecido. Mi llama no se apaga con un vaso de agua, necesita un mar entero.
Y, sin embargo, tú ya has enterrado mis restos, y a veces, solo a veces, vuelves a ver si mi tumba sigue encendida, si aún sale humo de mi ataúd.

Eres un libro abierto en el cual las hojas siguen prendiendo así que, ¿cómo no va a haber chispas dónde hubo un incendio? 
Acabará cuando, al fin, consiga cerrarlo y entonces, cuando vuelvas a visitarme al cementerio, ya no habrá más humo, ni más cenizas, ni más amor.
Solo quedarán los huesos y las páginas quemadas de un adiós. 
Y de esa forma, podré renacer como el fénix. Porque de eso se trata, ¿no?