En ruinas

En ruinas

jueves, 2 de enero de 2014

Él y ella, oscuridad (chapter 6)


Él sabía qué tenía que buscar. Aquella era su única vía de escape. Llevaba horas preguntando, buscando sin parar…pero nadie le podía acercar al paradero de aquella caja que tanto valor tenía para el señor del infierno. La Caja de los Secretos. Recordó que un día ella habló de ella.
Hacía años… Ella comentó que aquella caja, según algunos libros satánicos, contenía todos los secretos del universo. Lucifer siempre había querido tenerla entre sus manos y poder, al fin, conocer todos los misterios que la acechaban. Lucifer no siempre había sido tan cruel.
Hubo una época en la que él estaba enamorado. 
Quizá solo fueran simples hazañas que la gente contaba sin saber. Lo que sí era cierto era que Lucifer siempre había ansiado encontrar tal objeto. Con él sería invencible, sería más poderoso aún de lo que ya era.
Pero no lograba dar con aquella caja, aquella maldita caja que podía devolverle aquel atisbo de sentimientos que podía compensar con aquellos que no dejaban de acecharle en sus peores pesadillas. De pronto, se percató de que alguien le miraba con aire conocido. Él se sobresaltó. En cuanto miró a aquella persona, esta se dirigió sin demoras hacia él. 
-¿Buscas algo muchacho? 
Era una anciana de unos 89 años de edad. Pero sabía que en aquel lugar los años no eran más que una simple fecha que carecía de sentido…
-¿Sabe usted algo sobre la Caja de los Secretos?
-La Caja de los Secretos…La Caja de Lucifer, pues.
-¿La conoce?
-Esa caja siempre ha sido mi mayor tesoro. Esa caja siempre ha sido mi valor. Pero un día desapareció, sin más. Nunca más la he vuelo a atisbar con mis pequeños ojos marrones.
Pero bueno, aquí no hay mucho observar… 
-¿La perdió? Usted tenía la caja…
-La tenía. Quizá pueda ayudarte a encontrarla. Quizá… Una vez estuve enamorada, ¿sabe usted? Me enamoré del mal. ¿Entiende? Perdone por esta interrupción. Perdone usted…
Él la miró con incredulidad. Parecía perdida. Quizá ella no tenía la más remota idea de dónde se encontraba aquella caja. Quizá era un alma tan perdida en tu propio universo que hasta había llegado a creerse semejante falacia. Pero era su única opción. Su única salida.
Ella le comentó que la caja no se encontraba en el mundo de los muertos; la perdió en vida.  
Él la condujo hasta el mundo que, hasta ahora, había estado plagado de injusticias para él… y provocadas por él.  
-Esta casa… me resulta familiar.
-Perdone pero… ¿dónde perdió la caja? 
-¿He dicho que la perdí? No, no, no… jamás perdería un objeto con tal valor. Es importantísimo guardar la caja en manos firmes y seguras. La caja se la entregué a una chica de mejillas sonrosadas. Vino a verme…era un ángel celestial. Sí. Un ángel. Yo le entregué aquella caja de oro fino y le hice prometer que jamás la entregaría a Lucifer. Ella aceptó. Un ángel… 
-¿Un ángel? ¿Quién es? ¿Sabe usted quién es? ¿Sabe usted quién es ese ángel? Por favor…
Él se derrumbó. Se dejó caer sobre aquella ventana que tantos secretos había resguardado.
Aquella ventana que había observado discutir tantas veces a ella y a él. El tiempo llegaba a su fin. Pero ella…ella…debía vivir…ella… 
Una idea abordó su mente. Se levantó con un ágil movimiento, y al incorporarse, supo lo que tenía que hacer.
Pronunció aquel cántico que tanto sabía, que tan familiar le era…y se dispuso a entrar en el mismísimo infierno. Aquella anciana, le siguió. Él opuso resistencia, pero ella se mostró firme ante su decisión. Él se adentró junto con aquella figura de niña que, propiamente dicho, le producía el mismo escalofrío una y otra vez.  
Quizá ese comenzase su final…y terminase el de ella.